Historia de la puntuación y la lectura
(parte 4 de 6)
Apuntes para una clase del Diploma de Tipografía en la Universidad Católica, 2002.

 

Para los irlandeses, el latín es una segunda lengua, muy distinta a su lengua materna. Cuando se convierten al cristianismo deben usar el latín y lo hacen con pasión, pero ven este segundo idioma como una puerta de entrada a la religión. La consideran una lengua gráfica, un idioma del ojo más que del oido.

La poca familiaridad con el latín hace que los irlandeses carezcan de las claves culturales y auditivas necesarias para identificar palabras y conceptos en los textos escritos en scriptura continua. Deben hacer una interpretación más racional de ellos, echando mano a textos clásicos de gramática, tomando así conciencia de las sílabas y las palabras. Abandonan la scriptura continua e introducen por primera vez en la historia la separación de palabras. El texto con separación de palabras más antiguo que se conserva es de fines del s VI.

Los irlandeses no sólo se preocupan de separar las palabras con el fin de evitar ambiguedades (como distinguir una palabra terminada en et de la interjección et), sino que vuelven a echar mano del repertorio clásico de puntuación para hacer más evidente el sentido de las frases.

Esta libertad creativa es posible debido a la percepción del latín como un lenguaje simbólico-gráfico, en oposición al irlandés, que ven como un lenguaje oral y vivo. Las evidencias en este sentido son dos. En primer lugar, cuando los irlandeses escriben en su lengua, tienden a conformar las palabras de acuerdo a la acentuación y ritmo, en cambio al separar las palabras del latín lo hacen de acuerdo a claves morfológicas. La segunda prueba es el amplio uso de abreviaciones que utilizan al escribirlo, lo que no se atreven a hacer cuando escriben en irlandés.

La creatividad gráfica irlandesa los lleva a extremos bastante exóticos, como la creación del diminuendo [17], una forma característicamente irlandesa de comenzar un párrafo. En ella la primera letra de un nuevo párrafo se escribe exageradamente grande y cada nueva letra de la oración se va achicando, facilitando notablemente la identificación de cada párrafo.

Los escribas irlandeses veían la decoración y la puntuación como dos aspectos de la misma cosa: pistas para facilitar la comprensión del texto, ambos aspectos se desarrollaron en paralelo. La decoración tomó funciones estructurales y la puntuación se hizo más decorativa.

Separan una sección de la siguiente decorando una página entera con una figura muy elaborada. Desarrollan la litera notabilior, destacándola notablemente del fondo de la página [18]. A veces repiten agrupaciones de signos de puntuación para rellenar el espacio en blanco al final del párrafo.

En el siglo VII comienza a abandonarse la caligrafía romana (uncial, rústica y cuadrada), basada en mayúsculas y comienzan a aparecer caligrafías locales, minúsculas, basadas en estilos de uso cotidiano. Este detalle, letras menos altas y cuerpos más chicos obligan a seleccionar y precisar el conjunto de signos de puntuación para que funcionen con el estilo. Utilizan para ello una mezcla ecléctica del sistema de Donatus y los signos recomendados por Isidoro de Sevilla [19], agrupando los signos y modificando sus funciones.

Así, por ejemplo, terminan un capitulum con un (simplex ductus) dibujado en la línea de base, como nuestra coma moderna, y agrupado de uno, dos o tres (,,,) la cantidad de repeticiones indica la importancia de la pausa: ,,, equivale a un punto moderno [20]. A veces una “m” representa ,,, y una “n” representa ,, También agrupan los puntos en forma similar: de a uno, dos o tres, proporcionalmente a la pausa.

Las innovaciones irlandesas se diseminan de inmediato a Inglaterra. Los anglosajones, más fieles a la tradición romana clásica, formalizaron y pusieron cierta austeridad a la creatividad irlandesa. Adoptaron con entusiasmo la separación de palabras, pero con espacios más tímidos entre ellas. Formalizaron el diminuendo, con una inicial muy destacada, seguida de una o más líneas de tamaño intermedio pero parejo, seguida del texto en tamaño normal [21]. Su fidelidad a los textos originales les llevó a recuperar las mayúsculas romanas, usándolas naturalmente para citas de la escritura dentro de un texto escrito en minúsculas insulares.

Estas innovaciones se propagan al continente a través de misioneros. Un rol fundamental le tocará a Alcuino (735-804), educado en York y expuesto a la renovación gráfica insular. Alcuino se instala en Francia en el 780 y se transforma en el gran consejero de Carlomagno para su reforma educacional, litúrgica y legislativa.


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17- Diminuendo. Irlanda s. VII.
18- Litera notabilior. Inglaterra c. 700.
19- Signos de puntuación de Isidoro de Sevilla.
20- Puntuación por simplex ductus. Inglaterra, s. VIII.
21- Formalización anglosajona. Alemania, s. IX.