¿Porqué volaba Saint-Exupéry? (parte 3 de 3)
El escritor Los textos de Saint-Ex están llenos de escombros. Sus primeros libros fueron escritos en aeródromos muy alejados de la vanguardia, bajo el influjo de la literatura romántica. Sobran palabras en sus textos y se tropieza a cada rato con terrones de cursilería. Atravesamos a veces verdaderos pantanos de palabras. Sin embargo fué un escritor moderno y no porque hablara de aviones, sino por haber visto en el oficio de aviador un símbolo del oficio en general. Por haber visto la desgracia de los oficios transformándose en trabajos. Vió a las instituciones tragarse a las empresas (su querida Aeropostale fué engullida por Air France). Trató desesperadamente de dar un sentido en esta tierra al trabajo del hombre que la habita. En Vuelo Nocturno: Con media hora de combustible, completamente perdido en la noche, bajo una furiosa tormenta y sin radio, el piloto del correo se eleva através de un agujero en la tormenta y emerge en una calma extraordinaria sobre el mar de nubes, la noche está cuajada de estrellas. "- Estoy absolutamente loco por sonreir, estamos perdidos." "Demasiado hermoso. Erraba entre las estrellas, acumuladas con la densidad de un tesoro. Semejante a esos ladrones de ciudades fabulosas, emparedados en la cámara de los tesoros, de donde no saben salir. Entre pedrerías heladas, erraban infinitamente ricos, pero condenados." El sentido del deber atravieza todas sus obras. Cada personaje de sus libros tienen claro lo que se espera de él. Para Saint-Exupéry, el deber reemplaza al destino; como una labor impuesta, no por los dioses, sino por los mismos hombres, para dibujar un sentido sobre la tierra. Los que saben asumirlo, descubren que la felicidad no está en la libertad, que "no es más que la libertad de no ser. Todo deber hace llegar a ser." Pone las siguientes palabras en boca de Guillaumet, perdido en los Andes: "En la nieve se pierde todo instinto de conservación. Después de dos, tres, cuatro días de marcha, no se anhela sino el reposo. Yo lo deseaba; pero me decía: Mi mujer, si cree que vivo, cree que ando. Los camaradas creen que ando. Tienen confianza en mí. Soy un cochino si no ando." Los camaradas. Son su otro tema. "No podemos crearnos viejos camaradas, sería inútil plantar una encina y esperar pronto el abrigo de su follaje. La grandeza de un oficio consiste en unir a los hombres. Al batallar por los bienes materiales construimos una prisión. Después nos encerramos ahí, solitarios, con nuestra moneda de ceniza. Las horas que más cuentan en mi vida resultan ser las que ninguna fortuna material hubiese podido procurarme. No se compra la amistad de un Mermoz". El sentido de las cosas, de las que el mundo moderno se ha ido despojando ansiosamente, no lo encontró Saint-Ex en el Sahara ni en la Patagonia, sino en las líneas imaginarias que unían sus pueblos, las rutas de la Aeropostale. Y volando esos cielos, dando tumbos de pista en pista, maniobrando mal su aparato, pero aferrado a los controles de lo que había escogido como su oficio, el noble Saint-Ex pensaba: "Ser hombre es ser responsable". |
1.- Aeropostale Vuelo inaugural a Rio Gallegos, 1930 |