Explicación de todos mis tropiezos

Prólogo a la novela de Oscar Bustamante (Uqbar, marzo 2009).

 

Esta nueva edición de la Explicación de todos mis tropiezos de Oscar Bustamante es una buena noticia. Porque la supervivencia de una obra no depende únicamente de su calidad. La mala suerte, un nacimiento inoportuno, una crisis económica o cualquier estúpida casualidad, pueden matar en pocas horas al más robusto recién nacido. Sólo podemos respirar tranquilos cuando el niño camina por sí solo. Creo que esta cuarta edición marca ese momento para Explicación. Este libro, ahora podemos estar seguros, tomará el lugar que le corresponde entre las mejores novelas chilenas, donde merece estar no por una, si no por varias razones. En primer lugar por su gracia. Se trata de un libro gracioso; se ríe uno. ¿Qué tipo de humor es este? No es humor negro, ese que hace reir para no oir a la muerte. Ni es el humor verde bilioso, que se ríe de los demás. Se trata de un humor que esconde en cada frase la inminencia de una tragedia, un humor de cuerda floja, como el de Buster Keaton. Explicación es un libro donde nadie rie, excepto el lector. Desde luego Carlos Overnead, el protagonista, no se ríe, se toma muy en serio. Pero hay más.

Está la originalidad de su voz. Es mucha responsabilidad para una voz el mantener en solitario todo el impulso dramático, pero la voz de Carlos Overnead está a la altura. No se disgrega nunca, es una sola. Pero es única como el sonido de un órgano es único: el resultado de muchos tubos sonando al unísono. Overnead es terrateniente por herencia, vagabundo por genética, deportista por entrenamiento, pensionista por circunstancia, cariñoso por esencia, violento por enfermedad, fracasado por mala suerte, optimista por empeño. Y todos estos tubos hablan al mismo tiempo para dar forma a la voz más original de la novela chilena reciente. Pero hay más.

Explicación es un ejemplo notable, quizá el mejor, de la difícil técnica narrativa conocida como "el narrador poco fiable". Carlos Overnead tiene toda la tribuna a su disposición para contar su versión de las cosas, y sin embargo el lector se forma una idea nítida y precisa de la realidad detrás de los hechos. Cada contradicción nos va haciendo sonreir, cada fisura, hasta que el verdadero Carlos Overnead se asoma por detrás del relato que hace de sí mismo, sorprendiéndonos además por el parecido que guarda con nosotros mismos. Pero hay más.

La función del escritor es nombrar las cosas, para que todos las veamos; y en un país donde un escritor se dá por satisfecho con el hallazgo de un nuevo microbio, o con la correcta descripción de un tic, Oscar descubre un vertebrado completo: un nuevo tipo humano que nos había pasado desapercibido y que en adelante podremos reconocer. Carlos Overnead ya no nos será invisible. Todos conocemos uno, un primo Jorge o un tío Alberto que ahora buscaremos o evitaremos, pero cuyos pasos sabremos reconocer a la distancia. No es fácil aportar un nuevo arquetipo a la galería de retratos de un país y Bustamante no sólo lo logra, sino que además lo hace con un retrato importante, un nuevo arquetipo de perdedor, un echador de culpa al empedrado, un dejador para mañana, un tropezador en la misma piedra y, a pesar de todo, un personaje que consigue toda nuestra simpatía.

Por la gracia del relato, por el talento narrativo innato que se requiere para sostener una voz por tanto rato, por su humor, por el virtuosismo de su narrador poco fiable y sobre todo por dar nombre y forma a un arquetipo que Bustamante detectó primero, es que esta Explicación merece esta cuarta y una quinta y una sexta ediciones. En un mundo que cambia, en un mundo que exige el éxito, un mundo donde todos cabemos, pero apretados, Carlos Overnead estará mucho tiempo con nosotros.


   
     
 
1    
     


1- Oscar Bustamante