El secreto de Blaise Cendrars
(parte 1 de 2)
Publicado en Artes y Letras (El Mercurio), 19 de enero, 1997.

 

Los matemáticos saben que existen al menos tres caminos completamente independientes que llevan al número π. Algo similar le ocurre al que investiga la modernidad. Al que se sumerja en el origen del arte moderno, se le aparecerá con sorprendente frecuencia el nombre de Blaise Cendrars.

Si sigue hacia atrás las huellas del surrealismo, descubrirá a un grupo de poetas dadá, influenciados poderosamente por “Los Cantos de Maldoror”, y si escarba un poco más descubrirá en Cendrars al responsable del descubrimiento y publicación de Lautreamont, poeta desconocido y no publicado desde 1867.

Si investiga el origen de la poesía moderna, descubrirá que los almanaques literarios coinciden en que es Apollinaire –y su poema Zona– el que termina definitivamente con los resabios del siglo XIX e inventa el lenguaje lírico moderno. Si investiga un poco más descubrirá que “Zona”, sería agregado al libro “Alcoholes” después de impresas las pruebas. Pero deberá investigar aún otro poco para descubrir la causa de esta inserción de último minuto: Apollinaire quedó electrizado al recibir un poema largo, “Pascuas en Nueva York”, del jóven poeta Blaise Cendrars, recién llegado de Nueva York.

Si busca el origen del cine, como la forma artística propia del siglo, descubrirá que son Fritz Lang en Alemania, Abel Gance en Francia, Sergei Eisenstein en Rusia y DW Grifith en Estados Unidos los responsables de darle a este invento una forma propia. Una investigación más profunda volverá a desembocar en Cendrars. Ya que Gance fue celebrado por la vanguardia parisina con el estreno de La Roue (1921), no por la película en sí, una historia melodramática y pueril, sino por la famosa secuencia de la locomotora, un minuto de vertiginosa edición de émbolos, engranajes, pistones y chimeneas, que precedieron en cuatro años a Potemkin y que fue editada por su asistente Cendrars, quién fué retirado de los créditos más tarde. Leger formaría luego un pequeño cine-club, donde exhibía únicamente esta secuencia, atrayendo el interés de los artistas hacia el cine e involucrándolos en producciones experimentales (Man Ray, Duchamp y el mismo Leger, con Ballet Mechanique). Camino a América para su aventura Hollywoodense, el soviético Eisenstein pasará por París a pedir a Cendrars permiso para filmar El Oro, novela escrita en un lenguaje totalmente cinematográfico. Consigue la autorización del escritor, sin embargo los estudios americanos rechazan el proyecto, por subversivo.

Cendrars será también el autor del primer reconocimiento público a Henry Miller, hasta ese momento –1934– solo leído como pornografía. Para Miller será su referente principal y probablemente su escritor más querido. Miller es el eslabón que une a Cendrars a la que podríamos llamar “epica americana de los caminos”. Cuando Cendrars recorre Europa en su Alfa Romeo dice para sí, “Me sorprende que no haya ninguna novela de nuestros días dedicada al automóvil, a la carretera moderna, a los moteles, a la galantería rodada […] Me sorprende que ningún poeta de nuestros días haya cantado todavía el automóvil como yo canté el ferrocarril en el Transiberiano, en vísperas de la otra guerra […] porque ¿verdad?, no es la Guía Michelin lo que hará comprender a nuestra posteridad qué descubrimiento fue para nosotros la carretera y el automóvil…” Unos diez años después de entrar en contacto con Cendrars, Henry Miller regresa a su país escapando de la guerra e intenta publicar una visión de américa desde el automóvil, desde un Buick del 32. El relato de este viaje es Pesadilla con Aire Acondicionado, que publica en 1945 y es la primera novela de carretera. La influencia de Miller sobre Kerouac es fundamental, y este publica On the Road en 1957, el resto es historia conocida.

Es vital el aporte de Cendrars el descubrimiento de la importancia del arte negro. Algunos investigadores (como Frobenius) habían llamado la atención sobre el valor de los trabajos africanos, pero no sería sino hasta la publicación por Cendrars de la Antología Negra en 1921, que el arte negro se consolida como eje del arte moderno.

Hay docenas de ejemplos, en el mapa creativo del siglo, Cendrars se dibuja como un nudo ferroviario en que se cruzan todas las líneas.
Para el poeta Godofredo Iommi lo esencial del arte es la inmersión del artista en la libertad total. Esta libertad conlleva la vanguardia y en ella atribuye a Cendrars una importancia crucial: “Cuando Cendrars publicaba un menú como un poema, él estaba diciendo esto es poesía por que lo digo yo, simplemente. No hay otra base, es por que lo digo yo. Con lo cual testificaba algo que viene del fondo de la historia, las musas. Yo siempre puse a Cendrars por delante de Duchamp, Cendrars antecedió con mucho a la célebre composición de Duchamp… cuando mandó el urinario y le puso fontaine”.

A pesar de esta sólida presencia en el orígen de la literatura actual, su presencia académica es mucho menor. ¿Existe una maldición sobre Blaise Cendrars? En pocos escritores existe una desproporción tan grande entre su estatura real y su percepción por parte de la cultura oficial. Los que le han leído han sido golpeados por su potencia lírica, aturdidos. Los escritores no lo leen, los críticos no lo recomiendan. Pero sobre todo están las víctimas de estos últimos, honestos lectores, que serían felices si lo leyeran. ¿Porqué no han oído jamás su nombre? La razón por la que Cendrars no tiene un sitial asegurado en la historia de la literatura es porque en general ese sitial hay que labrárselo. Y labrarse un sitial literario es un negocio full-time. Los escritores profesionales invierten buena parte de su tiempo en cuidar su opinión, justificar contradicciones, explicar su participación o no participación en política, redactar manifiestos, enviar invitaciones, firmar contratos, adscribirse a escuelas artísticas, frecuentar ciertos cafés, evitar otros, pasar revista a las librerías, almorzar con críticos, leer sus críticas, corregir el rumbo, participar en concursos. Un trabajo en suma, como muchos.


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1- Cendrars por Doisneau
2- Cendrars por Modigliani
3- Apollinaire
4- Henry Miller
5- Godofredo Iommi
6- Leger por Strömholm